Statement of Cardinal Joseph W. Tobin, C.Ss.R., Archbishop of Newark, on violence in U.S. Capitol

Cardinal Joseph W. Tobin, C.Ss.R., Archbishop of Newark, issued the following statement in response to yesterday’s violence in the United States Capitol:

As I watched the appalling chaos in the U.S. Capitol yesterday, I witnessed an icon of democracy occupied and hostage to mob rule.  The procession of violent images was deeply troubling.  Particularly disheartening is that this event unfolded amid a deadly pandemic, a terrible plague that our troubled nation should face in solidarity.

The events of yesterday are a graphic exposure of the deep and advancing polarization in American society that has festered for years. This divisiveness disregards faith, justice and the rule of law.  As shocking as it may be to glimpse how disordered our nation has become, the terrible truth is that we are not immune from further moral and social decay.

If we wish to claim it, Catholics have a legacy that is crucial to the healing of the nation.  Our faith includes a commitment to mutual respect, dialogue, and the principles on which our democracy is based.  We must come together as one nation under God, who loves and bestows dignity on all. The person with whom you may vehemently disagree is also a beloved child of God. For two millennia, our community has tried to live the teachings of Jesus. We are at our best when we put others first, with the common good as our guiding star.

Let us join with all people of good will in a choice for peace during this arduous time.  We pray for our Savior’s protection and the guidance of the Holy Spirit. Jesus, Prince of Peace, teach us the way forward.  Our Lady of the Americas, pray for us.


Declaración del cardenal Joseph W. Tobin, C.Ss.R., arzobispo de Newark, sobre la violencia en el Capitolio de los Estados Unidos.
7 de enero 2021

El Cardenal Joseph W. Tobin, arzobispo de Newark, emitió la siguiente declaración en respuesta a la violencia de ayer en el Capitolio de los Estados Unidos:

Mientras observaba ayer el espantoso caos que reinaba en el Capitolio de los Estados Unidos, fui testigo de cómo un icono de la democracia era ocupada y mantenida rehén por una multitud incontrolada. La secuencia de imágenes violentas fue profundamente impactante. Sobre todo, cuando todo esto sucedía en medio de una pandemia mortal, una terrible plaga a la que nuestra atribulada nación debe enfrentarse con solidaridad.

Los eventos de ayer son una muestra gráfica de la polarización profunda y creciente que se ha enconado durante años en la sociedad estadounidense. Esta división ignora la fe, la justicia y el estado de derecho. Por más impactante que nos pueda resultar el ver cuán desordenado se ha vuelto nuestro país, la terrible verdad es que no somos inmunes a una decadencia moral y social aun mayor.

Si de verdad queremos cambiar la situación, los católicos tenemos un legado que es fundamental para la sanación de nuestro país. Nuestra fe nos exige un compromiso con el respeto mutuo, el diálogo y los principios en los que se fundamenta nuestra democracia. Debemos unirnos todos como una nación bajo Dios, que ama y otorga dignidad a todos. Recordando que la persona con la que podemos estar profundamente en desacuerdo también es un hijo amado de Dios. Durante dos mil años, nuestra comunidad ha tratado de vivir las enseñanzas de Jesús. Debemos poner a los demás en primer lugar, dejándonos guiar siempre por la búsqueda del bien común.

Unámonos con todas las personas de buena voluntad en la elección de la paz durante este tiempo tan difícil.

Suplicamos la protección de nuestro Salvador y la guía del Espíritu Santo. Jesús, Príncipe de Paz, enséñanos el camino a seguir. Nuestra Señora de las Américas, ruega por nosotros.